Esa mañana se levantó rota, llevaba sin dormir desde hacía 3 meses, tiempo en el que comenzó a llevar su propio caso, era una abogada joven y de las buenas, pero tanto tiempo en el despacho, detrás de su escritorio, tantos estudios, tantos libros y tantas leyes no la habían preparado jamás para enfrentarse al público.
En el bufete donde trabajaba todos decían que era una abogada excelente, no solo por sus conocimientos, sino porque cuando tenía a un cliente en sus manos conquistaba, era astuta y buscaba la mejor solución para cada uno de los casos en los que había tenido que trabajar, pero al ir ascendiendo le comenzaron a dar un papel más relevante y entonces era ella quien tenía que intentar atraer clientes para ascender… Todo lo demás lo tenía, doble titulación, máster, inglés y francés, pero no sabía hablar en público, sus compañeros llegaron a hacer comentarios acerca de que siempre huía de ellos por los pasillos y sin embargo por teléfono era estupenda, tan maja que no parecía la misma persona.
Pero ese día era el día en que tendría que ir a un juzgado por primera vez y enfrentarse a cada uno de los ojos que había en esa sala, era un juicio popular y llevaba exactamente 3 meses trabajando muy duro, trabajando las alegaciones, las pruebas y los hechos, muchas horas sin dormir, mucho leer… Sus conocimientos la respaldaban, lo que no la respaldaba era su miedo, su terror a hablar en público y el día de enfrentarse a ello había llegado.
Se levantó y se vistió con un nudo en la garganta, en el pecho y en el estómago que prácticamente le paralizaba las piernas, desistió de tomar así fuera un café, porque sabía que no le iba a entrar ni una gota de agua.
Su mejor amiga le había recetado unas pastillas para los nervios, pero para ella estaba claro que tendría que tomarse si acaso 5 para al menos poder andar, pero eso le nublaría el juicio y tenía que estar entera.
Se vistió, cogió su toga y salió de la casa con la sensación de que moriría y que no volvería a verla. Lo que paso a partir de ese momento ni ella misma se lo esperaba.
Llego con suficiente antelación, sin embargo, no había aparcamiento, dejo su coche como pudo y corrió a la sala de juicios.
En la sala, delante de ella habían muchas personas, cuando llego su turno para hablar tomo aire, se levantó, echo un último vistazo a sus papeles y cuando miro al juez…
-ohhh dios mío- se quedó en blanco, sus piernas y sus manos comenzaron a temblar y no sabía qué hacer con ellas, era algo que no podía controlar, comenzó a sudar y por más de que se estrujaba la cabeza era incapaz de decirle a su boca que articulara, así fuera un “no señor juez, o un sí señor juez.
El juez le pregunto que si estaba bien y miro al policía que viendo la situación camino hacia ella, acto seguido se desplomo y al caer se pegó con todo lo que pudo, la silla la tiro hacia adelante, por lo que se dio con la mesa en la cabeza y luego en el suelo.
Cuando se despertó estaba tirada, veía borroso, pero sabía que estaba en el suelo con unos paramédicos, 3 para ser exactos – ella solo pensaba en la vergüenza y en los 6 ojos mirándola fijamente, pero no solo ellos, se dio cuenta de que tanto su compañero, como el juez también la miraban desde las alturas, el fiscal y desde allí dejo de contar caras, le faltaba el aire, comenzó a hiperventilar, la peor de sus pesadillas se estaba haciendo realidad y mientras le ponían la mascarilla con oxígeno a ella se le llenaron los ojos de lágrimas, intento quitársela y tuvieron que atarla, estaba teniendo un ataque de pánico y no podía controlarse, no podía respirar quería decírselo a alguien, pero nadie la escuchaba, ya iba de camino a la ambulancia y al hospital.
Allí permaneció 1 día mientras se aseguraban que sus constantes estuvieran bien, el golpe en la cabeza no causo más que un moretón bastante evidente en su frente, que cubría el ojo izquierdo.
Un psiquiatra pasó haciéndole varias preguntas y después explicándole que tenía una fobia a hablar en público, que era lo que le había provocado la ansiedad, el ataque de pánico y la reacción posterior.
Por supuesto ella ya lo sabía y sin embargo había intentado ignorarlo, porque le parecía de débiles, había intentado dejar el problema de lado hasta que ese día finalmente le exploto en la cara.
Resulto que su compañero no estaba tan preparado como ella y al final el caso se perdió, ella no pudo volver y le dieron unos días de baja para que se reestableciera, al volver y aunque su desempeño era excelente y gracias al bochornoso suceso, su evaluación anual cayó en picado y la invitaron a irse del despacho, con un despido improcedente.
Este era su primer trabajo, si primer caso y su primer juicio y una semana después no solo había perdido el caso, había perdido su puesto de trabajo y estaba con una vida totalmente rota, llevaba 2 años desde que salió de la universidad y ya ni siquiera tenía novio, pues lo habían dejado gracias a las ingentes e imparables horas de trabajo que el despacho exigía, así que ella se dedicaba diariamente a cumplir con los estándares del bufete.
Decidió dejar el piso donde estaba e irse a Burgos, donde estaban sus padres, al recuperarse, decidió que era hora de solucionar un problema que llevaba toda la vida lidiando, su miedo a hablar en público.
Llevaba ya un mes en Madrid de nuevo, cuando una amiga le contó acerca de un curso que impartían, ella no lo dudo y fue al curso, al final se encontró con una serie de información que le dio la base y sobre todo la fuerza de enfrentarse, en uno de los ejercicios y por primera vez en su vida a un pequeño público, que al igual que ella sentía verdadero pánico al tema, esto le sirvió y decidió que era el momento de seguir adelante, era abogada y esto no podía volver a pasarle y mientras encontraba otro puesto de trabajo se puso en manos de una experta que le ayudo a solucionar con ejercicios y mucha practica su problema de hablar en público, como también a hacer mejores entrevistas de trabajo, por lo que en 3 meses había comenzado a mejorar y tenía entrevistas en donde podía hablar ampliamente y hasta tuvo una en grupo, que fue en donde finalmente se quedó y consiguió el que sería –de momento- el trabajo de su vida.
Si Laura hubiera sabido todo esto jamás hubiera dejado pasar un tema así de importante, pero hasta no llegar a este punto no se dio cuenta que necesitaba ayuda, es por eso que cuando contacto conmigo inmediatamente saque un hueco para verla y al contarme su historia pude ayudarla a superar ese miedo.
Obviamente también fue a una psicóloga, que llevo su tema y sigue con ella trabajando el tema de la fobia, que es algo más complejo, pero conmigo pudo trabajar las técnicas para mejorar su miedo inicial, para controlar si angustia, su discurso y practicar hasta poder enfrentarse a un grupo pequeño de personas, ese era mi objetivo y lo cumplí.
Y me alegra poder contarte que Laura (no es su nombre real), su caso sí que lo es ha querido que comparta su experiencia de lo que trabaje con ella, para que hayan más que vean que sí hay salida al miedo a hablar en público, consiguiendo influir e impactar.
Gracias Laura por permitirme contar tu caso.
Así que te invito al próximo taller que haré en Madrid:
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